Hoy es el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme.
Puede resultar excesivo dedicar un día para celebrar algo tan concreto, incluso innecesario. ¿Para qué más? Si la ONU ya reconoce como el Día de la Mujerel 8 de marzo y también el Día Internacional de la Pazel 21 de septiembre. Cinco días después tiene lugar el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nuclearesy hasta hay una Semana del Desarmetodos los años en octubre...
Si miramos solo los datos y resultados de las guerras y el comercio de armas, que son espeluznantes; no hay nada que celebrar. Pero poniendo el foco en la aportación de las mujeres que son ejemplo en estos contextos, para visibilizar su protagonismo en resolución de conflictos, luchas civiles, movimientos revolucionarios y democráticos para que inspiren, nos hagan cómplices de sus sueños y nos contagien. Entonces esta es una fiesta de esperanza. De creer en la Mujer, creer en la Paz, creer en el Desarme. Todo junto suena maravilloso y monstruoso a la vez. ¿no?
Desde el I Congreso Internacional de Mujeres durante la PrimeraGuerra Mundial, el papel de la mujer como agente activo y visible en la construcción de paz en el mundo ha sido imparable. Más adelante, en los años ochenta, impulsada por grupos de mujeres pacifistas europeas y estadounidenses contra la OTAN y la carrera armamentística y nuclear, se comienza a celebrar el 24 de mayo su fiesta.
En las zonas en conflicto bélico las mujeres viven una doblecara de la violencia; la delpropioconflicto y lasufridapor el hecho de ser mujer, que conlleva a más desigualdadsi cabe. No obstante, el papel de la mujeren las guerras no se reduce a su condición de víctima. Ellas desempeñan un poderoso rol en el desarrollo de la paz en sus comunidades, pues son monstruosas y maravillosas a la vez. La lista de humanas, anónimas y de nombres resonantes, por suerte, es interminable.
A día de hoy, diecisiete Premios Nobel de la Paz son mujeres. La primera galardonada, la baronesa von Suttner en 1905. La más reciente, hace dos años, la Nadia Murad, por sus esfuerzos para erradicar la violencia sexual como arma en guerras y conflictos armados, iraquí secuestrada por el Estado Islámico y también embajadora de buena voluntad para la dignidad de los supervivientes de trata de personas de la ONU. Entre ellas también está Jane Addams(1931), autora de “Paz y pan en tiempos de guerra”y la admirable Madre Teresa de Calcuta (1979). La primera africana en recibir este premio fue Wangari Maathai(2004), biólogay políticaen Kenia, creadora delmovimiento Green Belt, no solo un modelo de actuacióncontra la deforestación,si no también de emancipación femenina. Gran ejemplo hacia el desarrollo sostenible, la democracia y la paz. En distintos tiempos pero al lado unas de otras, la guatemalteca Rigoberta Menchú(1992) en pro de la reconciliación etno-cultural y la defensa de los pueblos indígenas y Malala Yousafzai(2014)fiel defensora de laeducación como pilar de la sociedad y el avance igualitario. También son ejemplo Ellen Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakel Karman,que comparten Nobel en 2011 y lucha no violenta por la seguridad y el derecho de las mujeres a participar plenamente en la construcción de la paz.
También hablan sus actos por ellas. Son IrenaSlender, enfermera y trabajadora social polaca que salvó a más de 2.500 niños judíos víctimas del Holocausto. Y Maj Britt Theorin, embajadora de Suecia por el Desarme y presidenta de la Comisión de Naciones Unidas sobre armas nucleares en los años 80, época en que Benazir Bhuttoen Pakistán abrió camino comoPrimera Ministrade un país musulmán. No olvidemos a la periodista rusa Anna Politkovskaya, la activista por los derechos de los palestinos Rachel Corriey Aminatu Haidar, vivo compromiso de construcción de paz del pueblo Saharaui.
Este maravilloso monstruo de tres cabezas llamado Mujer, Paz y Desarme también es mala compañía. Aunque a veces más discretas, estas criaturas también existen en nuestras más corrientes vidas. Otra forma de serlo es contando, pues hay mujeres que hacen paz porque al escuchar se hacen cómplices de las que cuentan sus historias. Ana C. Herreros es una de ellas, pues dedicada dar voz a la gente que no tiene voz. En su empeño en poner voz a los cuentos de las mujeres africanassilenciadas nos recuerda que en África hay culturayliteratura; a través de la pasión por la tradición oral ha conocido a la gente que vive y canta, hace paz, se solidariza y además cuenta los mismos cuentos que otrapersona de cualquier rincón del mundo.Experiencia sutrabajo de investigación de fuentes folclóricas para utilizar los cuentos como argumentos en mediación internacionacoon el Centro de Investigación por la Paz.
Al fin y al cabo, convivir en paz es tan simple comoaceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar,dialogar,reconocer, respetar y apreciar a los demás. Feliz 24 de mayo, a mujeres maravillosas y también a los cómplices de ello. Es momento de homenaje a las mujeres premiadas y a las castigadas. Las mujeres que actúan. Mujeres silenciadas. Mujeres que escuchan, y que recogen, que cuentan. Mujeres, ancianas y niñas que comparten sus historias, y así hacen un mundo mejor. Y que son monstruosas y malas compañías porque incomodan, señalan injusticias, hablan de sueños, de futuro, de Paz y de Desarme.
Victoria Pellegero Terán